AVIVADO VEGUERO
Se enciende el escaparate discapacitado hacia el margen izquierdo de la mesa, la lengua hace ya tiempo que su saliva es cigarro, y mi corazón, se resbala en la promesa cual oleaje de humo que peina al viento, ese poso de café en exagerada nicotina en garganta de alquitrán en el borrador del paraíso y el semáforo, empieza a dar su luz roja. En el cristal de sus ojos, una cárcel de mono alojado en el mapa de tu cerebro especie de animal imberbe emparedado; autopista infranqueable de infinitos deváneos mentales el epiléptico recuerdo, es el ángel de la ceniza un papel que se limpia con la fumarola, un sabor que abraza el laberinto de sus hojas y expurgado desciende, en el cenicero de su mundo. La realidad artificial del cosmopolita de entierra pipas de paz en gritos de cánceres, espiral de borradas caladas que envidian los besos en la boquilla de la nada. Boquilla enarbolada en la ninfa del mordisco suave en el espacio de su burbuja de humo; la transparencia, raspadura de su atractivo, y el fuego, su mecha que enciende el escaparate, anclas de pájaros de aire paredes que gorjean su mal, molidas, en el devaneo de sus virutas, al expirarse en un tranquilo cenicero. |
Labels: 2006), Publicada en el nº 34 de la revista Vulture (Mayo
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