SOBRE LA CARRETERA DE LA ESCRITURA

Sobre la carretera absurda del intento
hallarás ansiosa la escritura
en el resplandor del ocaso.
Rojos desmayos
en la transparencia inacabada
y el escorzo inútil, antiguo
dogmático y despeñado;
y en la carretera de la nada
hallarás la escritura del elemento
que disuelve lo extraño
y se queda, con este momento.

CALLEJUELAS SIN NIÑOS

Ya no hay pelotas sin niños ni cuerdas cuyos cánticos las hace balancear; canicas que se meten en agujeros vacíos muñecas de trapo que no saben llorar; ya no hay manos en remolinos ni escondites perennes de agudísimos recovecos, flautas que suenan a chirridos sonámbulas tizas que dibujan el cielo; ya no quedan tarjetas con ídolos ni pistolitas con flechas de goma, se ausentaron los trastos sin tornillos y el chocolate, es lo único que ahora sobra. Niños que se ríen de la tristeza del gentío y en sus alegrías, pasan los abrazos, y de sus mradas, el reflejo estirado de sus sombras se quedan entre los juegos de inexplorados vacíos.

HUMILDE CÁNTICO GITANO

Del mimbre de una guitarra suenan alegres sus palmas de un gitano que acaricia su garganta y de una gitana que baila en la desnudez de sus pisadas. Del lomo de su burro viejo se colocaban botijos y cucharas, a la venta del sonido cancionero que un gitano y una gitana, a la plaza del pueblo comerciaban por un poquito de agua. Cantaban y bailaban con movimiento de salero y al suelo, como sonajeros caen al sombrero la calderilla que a pocos granos, sirven para pasear por la orilla.

RIMAS SIN "LATI"

Caen las lluvias las nubes lloran con todas sus energías a nuestra urbe mojan; malignos ruidos al aire me hacen estremecer es de noche, la tarde y elñ cielo; calzada errante. Truenos en la calle golpean las farolas, el viento mueve nubes en alas de mariposa, se ve desde el balcón una vía de agua sin parar, riada de papeles, botes y barro inundándose, se dejan llevar. Aguas de primavera florecen las plantas, tardes de cielo triste techos con paragüas; y en las ciudades grises, sólo se distraen, mis aguadas botas.

CUITADA EN ARROZ CON LECHE

Discrepo yo solo, con la tristeza; discuto grotescamente a epílogo cierto, de una nuez en la cereza de un melocotón irónico y cretino renombrado como bufón de la torpeza, discrepar con el párrafo de la puerta del excusado mientras la fuerza sinóptica de su baile enmohecen las barreras de los estigmas desahuciadas emanaciones del aire zalagarda que desliza, la panza sin vida vuelcos inhóspitos que se tiran del water y se las lleva el ronroneo de la mímica liquida.

EL TRAGALUZ

Un ruido sobre mi ventana bajo cerillas de hormigas de lana, un crujido no más y la ventana no se podría cerrar. Quería atrancar el descosido de tela con los hilos de tus ojos azules, que mi herida se curase con vendas que tus ojos, fuesen el horizonte de las luces. Bajaré las escaleras sin pisar las macetas miraré a través de tu puerta dibujando tus labios de fresa, cerraré la ventana bajaré descuidadas las rejas para sentarme al borde de la mesa.

PUEBLOS HINCHADOS DE ESCOMBROS

Ciudad reposada en el hormigón de sus flores archivadas en sus vidrieras de diálogo con sus fachadas pintadas en la clausura de sus colores, y de sus calles, la humillación de un paisaje; la armonía desfigurada en nichos con vida en colmenas desprovistas de todos sus detalles, retrasadas mediocridad de robín, en vez de sangre, y en el perfil de estiércol, el retrato del hombre. El gris que viste sus calzadas descubiertas, sus residuos deslizados en el baile del cielo abreviendo a sus gentes en un sin fin de almas desiertas y los ángeles, pintan cruelmente esta ciudad de negro. Como un quejido en un escenario de desguace cuyas siluetas se recortan a la luz de la luna; cuerpos que se rozan sin poder mirarse ojos sin cara, gravitando en el céfiro de cartonajes; voces sin rostro, en la discusión de la ausencia candelas diseminadas de entre los bosques densos, como si el horizonte nocturno notase la presencia de la inexistente de suelo, de cuevas apretadas donde la lumbre de las casitas de la hierba esos hogares, de campesinos rurales, se confunden con el brillo de las estrellas y a ellas, se las imagina tocando las aldabas de sus portales.

INFERIR

Descombrada cruz que se levanta culpable de olvido y las distancias centrípeda locura de tu garganta que se abstiene del ombligo de los demás.

SI SUPIERA ENTENDERTE

No consigo abrazarte, pues de mí te resbalas desdicha de prados que no hacen sonar el alma; envenenas a la ansiedad y en agua me engañas y a la ternura, la has desfasado y en ella descansas; creerte en la neblina de las mareas bajas que suenan torpes, los ecos de tu escafandra.

HOY Y MAÑANA

Hoy quisiera estar solo, más por eso te escribo; a desnudarte invito que a llorarte no llego. Mañana quiero estar en tu compañía, ser tu ruego; sentirme que solo, es estar vivo. Hoy te escribo de entre mis anhelos; porque tengo hambre de nubes y hielo, mañana tendré hambre de mares y sueños, de aromas, y tu conquista por ocupar mi tiempo. Hoy, leo el estigma de las paredes desarropadas el día, la noche cercana, y la sombra de tu mañana.

DELETÉREA PARCA

Las vergüenzas de conductas, se cobijan de entre las escobas que no barren al hombre para que las hiervas del borde del camino empozóñan la cascada, ocultando su nombre. Vengo esperando al perro del agua aquel que ladra bajo mares y lagos que hace de lazarillo y me acompaña al último de mis viajes en barco. Que fea es la muerte con la cara de la vida tras el cristal del armario, cama de roble y el tórax del pan, apartado de entre las sillas que deslucida se ve, aunque la decoren las flores.

ESTRÍAS DE CHINARROS

Disipaba, sobre los apéndices cíclicos. Sonámbulos hijos de la piedra, agua de manantial de los obituarios cicatrices, que hieren al recuerdo de la guerra; vértigos en el bosque de cartón a la curiosidad de la puerta que se abre, ranura de una llave en el corazón, secretos placenteros del hambre ¡ni tan siquiera!, eclosiona sobre tus cabellos de cascadas subterráneo rostro, de yerma tierra sacrificio de mis manos en la columna de tu espalda heridas, que siguen abiertas aunque suaves, se acarician en el olvido de la nada.

TU CUERPO NO ES SÓLO UN ALEGATO

Explorar el papel, sólo guarda el pretexto de endulzarte la piel con letras de arrullo en esos abrazos tan intensos: -junto a tu piel, junto a tu desnudo-. Amarte no es sólo mi deber, y quemar la voz en círculos y trígonos imaginando de nuevo tu piel: -cargada de ternura, cargada de iconos-. Sobre el silente hueco inexplorado de la extensión de tu cuerpo desnudo, nació el secreto, que guardo en el baúl de mis espacios. Cinturas huecas, apergaminadas con los mitos de las alcobas plétoras sobre las ruinas de los castillos, donde las luces apresaban un senil vaticinio y abundaban extremas, el añorado cariño: -no llueve atmósfera, ni se toca el delirio sobre cuerpos desnudos, el tuyo y el mío-.

AVIVADO VEGUERO

Se enciende el escaparate discapacitado hacia el margen izquierdo de la mesa, la lengua hace ya tiempo que su saliva es cigarro, y mi corazón, se resbala en la promesa cual oleaje de humo que peina al viento, ese poso de café en exagerada nicotina en garganta de alquitrán en el borrador del paraíso y el semáforo, empieza a dar su luz roja. En el cristal de sus ojos, una cárcel de mono alojado en el mapa de tu cerebro especie de animal imberbe emparedado; autopista infranqueable de infinitos deváneos mentales el epiléptico recuerdo, es el ángel de la ceniza un papel que se limpia con la fumarola, un sabor que abraza el laberinto de sus hojas y expurgado desciende, en el cenicero de su mundo. La realidad artificial del cosmopolita de entierra pipas de paz en gritos de cánceres, espiral de borradas caladas que envidian los besos en la boquilla de la nada. Boquilla enarbolada en la ninfa del mordisco suave en el espacio de su burbuja de humo; la transparencia, raspadura de su atractivo, y el fuego, su mecha que enciende el escaparate, anclas de pájaros de aire paredes que gorjean su mal, molidas, en el devaneo de sus virutas, al expirarse en un tranquilo cenicero.